- Por Iván Vera-Pinto Soto, Cientista social, pedagogo, dramaturgo
Hablar hoy de la Mancomunal Teatral Iberoamericana, iniciativa nacida del Teatro Universitario Expresión en Iquique, es mucho más que referirse a un proyecto cultural. Es, ante todo, un gesto político, ético y profundamente humano: el de recordar que solo en comunidad se resisten los embates del tiempo, de la precariedad y del olvido.
La palabra mancomunal no es algo de fantasía. En el norte de Chile evoca de inmediato aquellas organizaciones obreras que, en las pampas salitreras, se unieron para defender la vida digna frente a la explotación. Las mancomunales no eran únicamente asociaciones de ayuda mutua; eran también escuelas de conciencia, lugares donde se compartían libros, se aprendía a leer, se cantaban himnos y se soñaba con un mundo distinto. Allí, en la aridez del desierto, los trabajadores construyeron refugios de humanidad.
Del mismo modo, la Mancomunal Teatral Iberoamericana nació hace cinco años, en plena época de pandemia, cuando la ciudadanía debió encerrarse por la cuarentena y los teatros cerraron sus puertas. Lo que pudo haber significado un silencio absoluto, se transformó en un espacio de resistencia y de encuentro virtual entre creadoras y creadores iberoamericanos. Allí, en medio del aislamiento, germinó la necesidad de comunidad. La mancomunal emergió como una respuesta a la fragilidad del presente: un recordatorio de que el arte, incluso en las horas más oscuras, no se abandona, sino que se comparte y se reinventa.
Hoy, cuando se habla de esta mancomunal teatral, resuena aquella misma voluntad de tejer redes, de hacer del arte un espacio compartido y emancipador. El teatro —ese espejo vivo de las sociedades— necesita de la comunidad tanto como ella necesita del teatro. En Iberoamérica, donde las heridas de la historia aún marcan los cuerpos y las palabras, levantar una mancomunal es declarar que el arte no puede ser mercancía ni adorno, sino semilla de memoria y resistencia.
En esa línea, este año la Mancomunal abre nuevamente sus puertas simbólicas y sus ventanas digitales. Desde el 8 al 12 de septiembre, a través del canal YouTube del Teatro Universitario Expresión, a partir de las 18:00 horas, se transmitirán los pensamientos, propuestas y creaciones de diferentes agrupaciones independientes y universitarias que en esta versión han sido convocadas. Será una oportunidad para que todos y todas puedan acercarse, descubrir y reflexionar sobre las múltiples visiones que nuestra realidad hispanohablante inspira.
La Mancomunal Teatral Iberoamericana no es un simple festival ni un catálogo de espectáculos; es una casa común donde artistas, públicos y territorios dialogan desde sus diferencias, reconociéndose en sus luchas y celebrando sus diversidades. Es un espacio que recupera la tradición de las mancomunales obreras: abrir bibliotecas, educar al pueblo, dignificar la vida. Pero ahora lo hace con la herramienta poderosa del teatro, capaz de iluminar la historia silenciada, de denunciar la injusticia y de avivar el fuego de la esperanza.
Recordar es, en sí mismo, un acto político. Y el norte chileno lo sabe bien: cada faena, cada oficina abandonada, cada tumba en el desierto recuerda que la comunidad fue siempre el único resguardo frente al desamparo. El Teatro Universitario Expresión, con esta iniciativa, recoge esa herencia y la proyecta hacia Iberoamérica. Porque la memoria no se conserva en vitrinas; se mantiene viva cuando se encarna en la acción presente, cuando inspira nuevas formas de encuentro y de creación.
La Mancomunal Teatral Iberoamericana es, entonces, más que un proyecto cultural: es una metáfora del tiempo que habitamos. Un tiempo donde las individualidades se aíslan, donde la globalización intenta uniformar lo diverso y donde el mercado amenaza con silenciar las voces incómodas. Frente a ello, se alza la mancomunal: un recordatorio de que la fuerza está en el nosotros, en el diálogo, en la obra que se construye juntos.
Quizá, al mirar hacia atrás y reconocer la memoria de las mancomunales obreras, comprendamos mejor el sentido profundo de esta nueva mancomunal teatral. Ambas nacen de la misma pulsión: la necesidad de dignidad, de comunidad, de justicia. Ambas entienden que el futuro solo puede construirse desde la unión de voluntades.
Y así, entre el eco de la pampa y la vibración de los escenarios, se abre un horizonte: el de un teatro que no se conforma con entretener, sino que busca conmover, despertar, transformar. Un teatro que, al igual que las mancomunales, nos recuerda que ningún pueblo puede vivir sin memoria y que ninguna memoria florece sin comunidad.