No es que valide el Código de Aguas, solo lo que intentaré decir es que mientras éste se modifique, lo que debe hacerse es gestionar el uso del agua.
En efecto, el Código de Aguas de 1981 estableció que el recurso hídrico es un bien nacional de uso público y también un bien económico.
Estos derechos están amparados por la Constitución Política de Chile, la cual declara en su Art. 24 que los derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidas por ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos.
Actualmente la redistribución del recurso se hace a través de transacciones en el mercado.
Lamentablemente, ha servido para alcanzar una concentración progresiva de la propiedad del agua, generar problemas de acceso para la población, alzas de tarifas y la destrucción de cuencas en muchas regiones del país, donde el agua es escasa, afectando a las comunidades aledañas. Y también a especulaciones.
Lo anterior, sumado al cambio climático, hace que estemos viviendo y viviremos un caos en materia de disponibilidad de agua. No pasará mucho tiempo cuando este caos llegue a los domicilios, en que los seres humanos veremos escasez. De hecho, ya existe escasez en los embalses y para la agricultura.
Si miramos la evolución del mercado del agua a la fecha, se ha traducido en que más del 84% del consumo está radicado en la agricultura, el 7% en la industria, el 4% en la minería y el 5% en agua potable para consumo humano.
Por lo tanto, si metemos a una licuadora el Código de Aguas, el Cambio Climático y la actual distribución del consumo, es que resulta evidente que en paralelo a las modificaciones del Código, debe apuntarse de manera urgente al adecuado uso y gestión del agua en la agricultura, la minería, la industria y también en los domicilios, incentivando la gestión del consumo, el ahorro y la reutilización de las aguas utilizadas.
Es imperativo gestionar, pero en estos momentos más se trata de mirar políticamente el problema que técnicamente.
De manera incipiente se están implementando proyectos de desalación, en circunstancias de que las tecnologías de evaporación y condensación y osmosis inversa existen hace más de 50 años.
Ha ocurrido lo mismo que el gran amor existente por las redes eléctricas (por suerte y gracias a diversos esfuerzos se ha comprendido la importancia de la autonomía de la electricidad), también se ha tenido un apego leal a las redes de agua potable, cuestión inalcanzable por las comunidades rurales, principalmente debido a los costos de inversión asociados.
Como idea para la descompresión de la problemática que tenemos en nuestras narices, es muy importante y necesario que urgentemente se establezcan proyectos de ahorro de agua, de reutilización, de desalación, y en definitiva, que se entienda y se genere conciencia de que más temprano que tarde nos golpearemos nuestra frente con la delicada problemática del agua.
Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil U. Chile, Gerente General, Enersa; hcortez@enersa.cl
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