El rendimiento de un panel solar se mide como la capacidad de generar energía eléctrica en función de la radiación solar recibida en su superficie.
Por eso es que, mientras más radiación solar hay en un lugar determinado, más energía eléctrica producirá un panel solar, como es el caso del norte de nuestro país respecto del sur y la zona central, salvo contadas excepciones de zonas con condiciones climáticas excepcionales.
Cuando decimos que el rendimiento de un panel solar fotovoltaico es del 22%, significa que las celdas del panel son capaces de convertir en electricidad casi la quinta parte de la totalidad de la energía solar recibida en su superficie.
Los rendimientos de los paneles solares fotovoltaicos, a su vez, dependen de los materiales empleados para su fabricación.
Los comúnmente usados al día de hoy, emplean silicio y son dopados con boro y fósforo para provocar el efecto fotoeléctrico, que es el que verdaderamente permite la generación de electricidad, porque provoca que, una vez recibidos los fotones que viajan desde el sol, estas componentes de la tabla periódica generen el movimiento de los electrones (este flujo de electrones es la electricidad).
Existen 3 grandes categorías de paneles solares básicamente, los paneles monocristalinos son los más eficientes (17% – 23%), seguidos por los policristalinos (14% – 16%) y los de capa fina (7% – 9%). Cada uno representan ventajas y desventajas, los más usados actualmente son los mono.
Factores como la inclinación, orientación, calidad y limpieza de los paneles también afectan su rendimiento.
Dependiendo de la materialidad de los paneles solares es su rendimiento, de hecho, los actuales mejores rendimientos bordean el 22%, sin embargo, de modo experimental y próximo a ser comercializados, ya se visualiza la introducción de paneles solares con mejores rendimientos.
Es el caso de los paneles solares fabricados con perovskita, los cuales de modo experimental ya alcanzan un 26% de rendimiento y pesan menos.
A primera vista, no parece una cifra demasiado alta, pero el impacto es enorme en términos de m2 de superficie requerida para generar la misma energía (un 15% menos de techumbre), y también serían más baratos.
Es decir, para un consumo equis, se requerirían menos paneles y menor gasto por su menor precio. La ecuación perfecta.
Hoy, el desafío de los fabricantes es precisamente eso, la guerra de aumentar los rendimientos al límite para disminuir la cantidad de paneles requeridos y fabricarlos a un menor costo, de tal manera de recuperar la inversión inicial en un menor tiempo al actual, intentando de llegar prontamente a una recuperación entre 2 a 3 años, lo cual sería el hecho cúlmine para la migración desde la red de las distribuidoras.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil