Llegó el día de vuelta a clases, las vacaciones llegan a su fin. Un caluroso verano más que se anilla a un increíble calentamiento global. Al mismo tiempo, emergió un hermoso sueño de primavera, rebelión social que en un abrir y cerrar de ojos, si de un día para otro, remece los cuatro puntos cardinales de nuestra larga y extendida franja de territorio.
Los estudiantes vuelven a sus aulas. Aquí no hay ficción y se abren las puertas de la realidad. Los diferentes establecimientos educacionales, unos de infraestructura de coliseos millonarios privados, mientras que otros, son más bien representativos de nuestra pobreza pública. Sin embargo, sean como sean, tienen planteles de profesoras y profesores, que les enseñaran las diferentes materias y contenidos del currículum educacional.
Algunos ramos serán fascinantes. Éstos son los que motivan al alumno por asistir a clases, como que encontramos un aire de felicidad al interior de nuestro ser, pues son los hilos conductores del alumno. También, se encuentran los ramos que nos traen mayores dificultades. Éstas son las materias que, entre paréntesis, nos causan dolores de cabeza y se desean eludir en nuestra caminata estudiantil.
Pero lo cierto es que esta vuelta a clases encuentra a una sociedad convulsionada y aun Estado en absoluta crisis. Los últimos sucesos nos dan cuenta que la gente se cansó de tanta injusticia y del enriquecimiento sin límites de los grupos económicos dueños del poder. A los problemas de la política y los negocios, la educación fue gradualmente más inmersa en esta dinámica. Los conflictos del endeudamiento de los estudiantes universitarios fueron escalando cuantitativamente, hasta llegar al absurdo de profesionales endeudados por el CAE.
Lo peor de todo, es que lo avanzado en igualdad oportunidades desde la vuelta la democracia, asimismo la participación de la comunidad educativa, la mejor gestión de los establecimientos y la mayor cohesión social, se desplomó con la misma velocidad con se promulgó la ley 19.532, Jornada Escolar Completa (24.10.2004), conocida por la sigla JEC. Además, se frenaron otros logros como Liceo para Todos con el objetivo de poner freno a la deserción escolar, y otras campañas educacionales con la participación de las familias en la escuela. Otras iniciativas también no se desarrollaron como las becas denominadas Nuevo Milenio. Pero por sobre todo, se marchitaron la puesta en marcha y promoción de las nuevas tecnologías al servicio de la calidad y la equidad en la enseñanza. Todos estos programas, se perdieron en medio de los conflictos con las autoridades de turno, con el objetivo de transformar las políticas públicas de la educación.
Desde este punto de vista los liceos emblemáticos, históricos y de enormes trascendencias, hoy asumen una conducta de vanguardia en los principios de los derechos fundamentales. La libertad de elegir y una cultura moderna, donde ningún joven con aptitudes y talentos pueda perder la posibilidad de estudiar por razones de orden económico, implican una tarea permanente de su esencia estudiantil y su constante lucha por un nuevo Chile más justo. Sus organizaciones a todo nivel, a pesar de sus ideas distintas convergen en el fondo de sus peticiones juveniles.
El año escolar 2019 termino antes de tiempo. En un escenario convulsionado y de fuertes represiones policiales; los padres, madres y apoderados, son los que mayormente sufren, porque saben que están preparando a su cimiente para que enfrente de la mejor manera el futuro y superar los obstáculos de la vida con los mejores valores morales y éticos. Van a los colegios y no saben si regresarán “sanos y salvos”.
En la actualidad todo es incierto por el avance de las tecnologías. Los océanos de información y los cielos infinitos de los conocimientos en internet han cambiado toda la estructura clásica de la enseñanza. Los jóvenes están en las redes y en estas circunstancias, se encuentran con el riesgo de ser capturados por quienes trafican perversamente en diferentes sitios de las redes sociales.
Al respecto, se requiere que la norma Constitucional, al respecto de esta principal materia, sea actualizada. Asumiendo el Estado la responsabilidad de incorporar estos propósitos formativos. Redistribuyendo las funciones que se deben cumplir en los distintos establecimientos educacionales, asumiendo las etapas actuales de los cambios tecnológicos, de las ciencias de la entropía en los medios de producción y esta “nueva institucionalidad” sea la base de las competencias laborales y experiencias de trabajo en mercados formales y no formales. La educación para un nuevo siglo, a mi juicio, radica en una nueva Constitución. Una nueva Carta Magna para lo que queda del siglo XXI. Menos palabras y más acción emancipadora.
El viento de la historia comienza con nuestros jóvenes. En sus manos descansan los mayores desafíos. Nuestra sociedad tiene la responsabilidad de apoyarlos. Sabemos que, por naturaleza aman la paz y son creadores de cultura y de la belleza de la vida. No están en los extremos del caos y la anarquía. No están por la “tomas“ y la gran mayoría no propicia la destrucción de sus salas de clases sin sentido alguno Ellos no son los que construyen muros y lanzan drones de la muerte…
De vuelta a clases, a los libros, a las pruebas. Ciencias, historia, lenguaje y matemáticas, son los desafíos de una melodía escrita con el esfuerzo del sueño de ser mejores personas y seres humanos. Estos son los sueños de verdad. Estos sueños existen y son reales. Buena suerte en este 2020…
nmonijalba@gmail.com
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