Como es tradicional ayer desde tempranas horas, los tres camposantos de Iquique comenzaron a recibir la visita de quienes tienen a sus parientes allí sepultados. También cientos de pampinos viajaron a la pampa para llegar a los antiguos cementerios de las numerosas oficinas salitreras que existieron en la región de Tarapacá y Antofagasta.
Se trata de una antigua tradición que se mantiene y que le ha ganado al tiempo que siempre transcurre raudo.
A la entrada de ambos recintos, el Cementerio Nº 1 y Cementerio Nº3 y en el Parque del Sendero, se ubican los locales de venta de flores. Todo el mundo quiere llevar un ramo fresco a quienes partieron al cielo en señal de amor eterno. Mientras que los exsalitreros se trasladaron hasta los cementerios de la pampa para llevar las tradicionales coronas y flores de lata, las que confeccionaron con dedicación en talleres que últimamente se imparten con gran interés y participación.
Los ex victorianos, hoy residentes en Iquique, viajan sagradamente cada año hasta su añorada y querida Oficina Salitrera Victoria, para estar casi todo el día compartiendo. Allí se encuentran con amigos que están en otras ciudades del país y el 1 de noviembre ese camposanto se convierte en el lugar de una cita anual, donde renacen los recuerdos maravillosos vividos en la oficina, desde donde nadie quería partir y que aún añoran.
También los pampinos de las oficinas María Elena, Pedro de Valdivia y José Francisco Vergara que residen en Iquique viajan hasta Coya Sur, a 8 kilómetros de María Elena, para visitar el cementerio de esa localidad que data de 1911. Allí se reúnen con otros pampinos que no ven hace tiempo y vuelven a surgir los recuerdos y en el momento de la despedida firman el compromiso de volver a encontrarse el año próximo, si Dios quiere.
También están los cementerios olvidados de las innumerables y antiguas oficinas salitreras de los diversos cantones a lo largo del manto de caliche entre el sector de Pisagua-Huara hasta llegar cerca y pasado del legendario pueblo de Quillagua. Sin embargo, algunos iquiqueños sin tener parientes en esos cementerios sienten una obligación visitar estos camposantos y se preparan con anticipación para viajar el 1 de Noviembre, para dejar una flor o una corona que al año siguiente estará descolorida, pero que refleja todo el amor y cariño por quienes partieron a mejor vida.
En la foto, el profesor Edgard Miranda, en un cementerio de la pampa salitrera junto a un grupo de iquiqueños que recorren los camposantos olvidados de los diversos cantones de Tarapacá.