Desde que se dio a conocer la noticia del cambio de medidores en los hogares de nuestro país, inmediatamente se instaló el descontento ciudadano en contra de los políticos del parlamento, autoridades del actual y pasado gobierno, de las empresas eléctricas por la instalación obligatoria de éstos instrumentos digitales.
La aparición del avance tecnológico en materia eléctrica importa en la demanda de millones de hogares, a la vez, el mercado monopólico reivindica totalmente las viejas prácticas de los dueños del poder económico. Y ya sabemos de los negociados y el enriquecimiento de unos pocos a costa de la mayoría nacional.
Lo peor que le puede pasar a un país, es que el libre mercado este regulado por leyes que sirven los intereses de instituciones privadas, las que aumentan sus ganancias en forma irracional. Lo que está pasando, es la clara consecuencia de vender las empresas públicas al sector privado, donde, se impuso el pensamiento ideológico neoliberal para reducir el tamaño del estado.
Los ciudadanos hoy están más informados que ayer, empoderados del funcionamiento de la democracia y de nuevos profesionales con visión técnica en el núcleo analítico de la economía del siglo XXI. Por mostrar un solo ejemplo en este debate, antes de fijar mis pensamientos en el presente comentario, en “you tube” encontré algunas opiniones que analizaban el tema a campo abierto y sin censuras. Entre ellas y que, a mi juicio, merece ser destacada, es la del conocido y uno de los dueños de la radio Bio Bío, abogado y comunicador social, Tomás Mosciatti. Aunque no está descubriendo nada nuevo, sin embargo, sin descalificaciones deja las cosas bastante en claro.
No se puede mejorar la rentabilidad de las empresas a costa del bolsillo de los consumidores. Con estos “medidores digitales” sí las empresas son más eficientes, entonces, el precio del consumo debería bajar. Tampoco, estamos hablando de que las empresas viven una situación deficitaria o al borde de una crisis. Paradójicamente, en la medida que crece la población en viviendas se agregan nuevos consumidores y este crecimiento no se traduce en precios. El tratamiento de una mayor demanda no introduce distorsiones en los instrumentos fundamentales de su oferta y generación de su producción potencial. Siempre hay justificaciones que disfrazan las verdades como la devaluación del peso y el alza del dólar.
La aparición de estos “medidores digitales” es una vaina más de este mercado monopólico. La productividad no se aparta de los costes marginales y beneficios marginales, aplicando objetivamente las leyes macroeconómicas clásicas de la rentabilidad en el desarrollo de este negocio está plenamente asegurado. Más claro, los consumidores de energía eléctrica son y serán los que, con su trabajo y remuneraciones, quienes pagarán el avance de la tecnología aplicada en esta área, según la interpretación y letra de la ley.
No se puede avanzar un paso para retroceder dos. El conjunto de nuestra sociedad por supuesto que está indignada y por varias razones. Además, tiene el justo derecho de mostrar su profundo rechazo y protestar por esta medida absurda. Hay que tener presente que la convocatoria a movilización dará pie a la resistencia social en contra del aprovechamiento económico impuesto perversamente por el centralismo y la clase política fusionada con el poder económico foráneo. Este rechazo es transversal. El nuevo medidor se pagará como un arriendo eternamente o el cliente lo comprará, sin embargo, el dueño de este artefacto será la empresa eléctrica. ¿Dónde la vieron? ¿Quiénes están detrás de este formidable negocio?
Finalmente, son los pensionados, los pobres, los ciegos, los trabajadores/as de bajos sueldos, las dueñas de casas, los emprendedores, las pequeñas empresas, las familias en general de la clase media, tienen el deber de manifestar y exigir pacíficamente que se debe corregir deprisa esta lamentable situación atentatoria a la libertad.
Nelson C. Mondaca Ijalba
nmonijalba@gmail.com