Y se nos acerca la fecha de las elecciones presidenciales.
En efecto, el próximo 21 de noviembre de 2021 tendremos la oportunidad de cumplir con nuestro deber cívico y elegir al futuro Presidente de Chile para el próximo período. Período muy convulsionado por lo demás, debido a todos los procesos de reforma que estamos viviendo en nuestro país.
Ya hemos visto procesos democráticos preliminares, como han sido las primarias, las cuales han permitido ir definiendo lo que se nos viene en materia de candidatos.
Desde luego hay figuras seguras en la papeleta, dentro de las cuales podemos mencionar a Sebastián Sichel, Gabriel Boric y Yasna Provoste.
Al parecer, y probablemente junto con algunos otros postulantes al máximo cargo gubernamental, la planilla que se dará (será) la de representantes de la derecha, de la izquierda y de centro, como ha ocurrido históricamente en las elecciones de Chile.
La próxima elección, a mi juicio, será de muy difícil proyección, porque los cuadros de participación han cambiado, ha habido una renovación en la política y también algunos cambios de paradigmas. En definitiva, el chileno ha cambiado.
Algún indicio nos da la primaria recién pasada en la que el sector de la derecha, representada por Sichel, obtuvo aproximadamente un 43% y el sector de la izquierda, representada por Boric, un 57%.
Votaron en total, en cifras gruesas y para fácil comprensión, del orden de 3 millones de personas.
En las elecciones del 2017 (para el período 2018-2022) votaron en primera vuelta 6,7 millones de electores y en la segunda 7 millones, lo que haría pensar que en las próximas elecciones 2021 la cantidad de votantes podría duplicarse respecto de la primaria pasada.
La pregunta que cabe entonces es: ¿Cómo votarán los 3 millones de personas que faltan entre la primaria de julio pasado y la cifra histórica reciente de cantidad de votantes?
Boric tendría asegurado del orden de 1,7 millones desde la primaria y Sichel 1,3 millones (sumando Boric y Jadue y Lavín, Desbordes y Briones, respectivamente).
Lo complejo es la irrupción de Provoste, quien obviamente reconfigurará el mapa eleccionario y sacará votos desde un sector a otro. Tanto Sichel como Boric no tienen el total de votos cautivos.
En el caso de Sichel, quien se autodenomina de centro, perderá votos con la aparición de Provoste. Boric también perderá una cierta cantidad de votos de su sector un poco más de centro.
De ahí la complejidad de cualquier proyección, porque sin perjuicio de que Sichel y Boric aumentarán sus niveles de votación, al mismo tiempo habrá una importante cantidad de votantes que irán a votar, pero muy probablemente de la mano de Provoste.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
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