Desde ayer, se respira un nuevo aire en nuestro país. En efecto, desde el pasado 11 de marzo Chile tiene nuevo Presidente de la República y, evidentemente, nuevos Ministros y Autoridades, lo que conlleva al recambio de autoridades sectoriales a nivel de cada región.
Se respira un nuevo aire, un aire de mucha esperanza para una gran parte de la población, pero también, aire con olor a riesgo.
Riesgo que tiene relación con las tremendas expectativas generadas en la población, basadas en los programas presentados a la comunidad en el proceso eleccionario.
Expectativas que pueden verse vulneradas particularmente por la corta duración del período presidencial, así como también, por todas las soluciones que se pretenden dar a diversos problemas. Más complejo aún, en el contexto de una situación económica precaria del país.
Al igual de lo que ocurre en un hogar, toma mucho tiempo resolver todos los problemas económicos que debe enfrentar a diario una familia.
Por definición, los recursos son escasos y, en consecuencia, deben asignarse en base a prioridades y a sus impactos, por lo que, sin duda alguna, el gobierno no podrá resolver todo lo que le desearía en tan poco tiempo y con tan pocos recursos.
Y además, con un Congreso equilibrado como nunca antes visto.
Aquel panorama, obviamente, generará algunas decepciones en parte de la población, pero un gobierno innovador requerirá tiempo para ser evaluado. Habrá que darle tiempo y espacio.
Por tal motivo, la satisfacción de la esperanza deberá ir de la mano de la comprensión y la paciencia de todos nosotros. Sería ilusorio pretender que los problemas de los chilenos se acaben de un día para otro.
Importante desde luego son las intenciones de las futuras autoridades, de las cuales espero que ahora si que se exterminen las prácticas de la vieja política. Se acabe el compadrazgo y la pitutilandia.
A nivel regional tendremos nuevas autoridades, que ingresarán a sus cargos con nuevos bríos y renovadas intenciones. Esperamos que estas sean los mejores y que tengan la sabiduría necesaria para concretar grandes logros para la población local de nuestra querida región de Tarapacá.
Escuchamos diversos discursos de variadas autoridades, unos más profundos que otros, algunos más innovadores que otros, pero sinceramente creo que lo que Chile necesita es, en el contexto de una nueva forma de hacer política y una nueva Constitución, tener paz, buena convivencia y resolver los problemas básicos de las personas.
Lo he dicho en otras oportunidades, no queremos estar en el top mundial de los logros económicos, sino que deseamos salir a la calle sin el riesgo de ser asaltados, poder disponer de ingresos razonables, acceder a una vivienda digna y que nuestros hijos puedan estudiar y progresar trabajando duramente, de la mano de una cuarta edad con jubilaciones decentes.
Permanentemente me pregunto: ¿Es mucho pedir algo tan simple y digno como lo señalado?
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile