En esta casa de dos pisos con patio interior, en Tarma, en la sierra peruana, pasaron su tiempo de cautiverio los oficiales de la Esmeralda tomados prisioneros en Iquique y los del Carabineros de Yungay que iban en el Rímac.
«Un hombre sólo mueere cuando se le olvida»
Por Mauricio Pelayo González








