Cada día vemos cómo nos impacta el cambio climático. Inundaciones, incendios forestales, deshielos y muchos otros fenómenos climatológicos que impactan la vida humana y animal en el mundo entero.
Podemos decir que hoy estamos pagando el sobregiro que hemos ocupado desde la revolución industrial.
En efecto, doscientos años de quema de carbón, petróleo y gas, han dado como resultado la liberación de cantidades enormes de dióxido de carbono en nuestra atmósfera.
Ese dióxido de carbono, lamentablemente, bloquea la salida del calor al espacio, provocando aumentos en la temperatura de la superficie del planeta. No solo eso, sino que esta situación genera una serie de efectos secundarios, de bastante gravedad.
Entre otros, cuando el hielo se derrite en el ártico, por ejemplo, producto del aumento de la temperatura de la tierra, esta menor extensión de la superficie nevada involucra una pérdida de capacidad de reflexión, por lo que la cantidad de calor que escapa es menor.
Es un círculo vicioso, porque esta situación hace que cada vez se incrementen los deshielos, provocando más calentamiento aún.
La situación es grave, ya que algunos científicos proyectan un incremento de 3º en la temperatura del planeta de aquí a fines del presente siglo.
Para tener una idea, un incremento de la temperatura entre 1,5 y 3,5ºC en la temperatura de la tierra, podría provocar una extinción importante en masa de la vida vegetal y animal.
Otro impacto relevante de este fenómeno, es que la tasa de población de árboles disminuye considerablemente, porque los árboles no tienen la capacidad de repoblarse.
A modo de ejemplo, el 25% de la superficie de la tierra está arbolada y sirve de hábitat para muchas de las especies de vida restantes, obviamente, una pérdida súbita de árboles causaría grandes estragos en la vida animal.
Científicos especializados en esta materia han determinado una correlación directa entre el incremento de la temperatura y la disminución del índice de crecimiento de los árboles.
El mayor impacto de este fenómeno está en el ciclo del agua, aumentando la intensidad de las precipitaciones y reduciendo su duración y la frecuencia de éstas (como reflejo de estos fenómenos, podemos apreciar un incremento de las tormentas e inundaciones).
Uno de los impactos que ya se está viendo, es el incremento de los niveles del agua de mar, con la consecuente pérdida de líneas costeras en todo el mundo.
Grave también es el fenómeno de los deshielos de las cumbres de montañas, cuyas aguas generan la producción del agua necesaria para mantener muchísimas comunidades en sus aspectos de producción de alimentos.
Mayores deshielos, menos agua para la población en el futuro, por lo que en consecuencia, deberán profundizarse los procesos de desalinización para el suministro de agua.
Normalmente, se tiende a pensar que estos impactos son para preocuparse en el futuro, sin embargo, es claro que el cambio climático es un problema del presente.
El mundo entero y sus gobernantes están preocupados, sin embargo, debemos aterrizar el problema a nivel local, por lo que sería del todo relevante que de manera urgente los gobiernos regionales, los gobiernos comunales, las universidades, las comunidades, las empresas y los profesionales, nos aboquemos desde ya a evaluar, medir y proyectar los impactos y tomar las decisiones que nos permitan enfrentar esta situación de la mejor manera posible.
El fenómeno ya está presente, lo que hay que hacer es meternos de lleno en el intento de mitigarlos y resolverlos.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile