Aún sigo navegando por los salones de la memoria, aguardando la presentación de un nuevo libro en el Palacio Astoreca. El aroma a pino oregón transmuta emociones y sensaciones del puerto salitrero. Se produce el encuentro con el iquiqueño antiguo, del tranco cansino y de la narrativa oral difícil de olvidar. La comunión perfecta del maestro y el aprendiz, el encuentro de artistas, parroquianos, pampinos, deportistas y vecinos, más la guitarra sentida, de la Violeta enamorá, que estremece la historia de mi ciudad natal.
Los llamados «palacios» construídos en Chile durante el siglo XIX y principios del XX, eran enormes y lujosas construcciones, normalmente de mucho más de mil metros construidos, amobladas y alhajadas con objetos y muebles traídos de Europa, enormes salones, infinidad de habitaciones, y algunas rodeadas de inmensos parques.
El ingeniero Juan Higinio Astoreca, junto a su hermano Gregorio Fidel Astoreca, llegaron del país vasco a buscar fortuna a la región de Tarapaca. Juan Higinio contrajo matrimonio con Felisa Granja, hija de unos acaudalados dueños de salitreras. Esto derivo en que Juan se dedicara completamente al negocio de las salitreras, siendo dueño de Oficinas Salitreras como: La Granja, Felisa, La Aurrera, e Iris.
El Palacio Astoreca es una casa de dos pisos, construida con pino oregón y tabiquería de mortero, que abarca alrededor de 1.100 metros cuadrados, repartidos en 27 habitaciones. Su arquitectura está inspirada en el estilo georgiano.
diseñado por el arquitecto español Miguel Retornano y construido en 1904 para la familia Astoreca. Sin embargo, Juan Higinio Astoreca no vio la finalización de las obras, ya que falleció antes de que la construcción fuera terminada, en 1904. El inmueble se ubica en calle Bernardo O’Higgins, entre Patricio Lynch y el Paseo Baquedano,. Queda emplazado dentro de los límites de la Zona Típica. Declarado Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico el 25 de octubre 1994.
Construido en madera de pino oregón, corresponde a una edificación de grandes dimensiones con miradores en sus dos pisos, y columnas cuadradas. Su fachada principal es de gran simetría, posee tres cuerpos, destacando el del centro, que está señalado por un frontón, en el cual se inscribe un arco de medio punto, finamente tallado. Destaca además, una pequeña ventana tipo buhardilla, con forma de arco de medio punto. El techo posee la particularidad de tener una leve inclinación y rematar en el mirador del segundo piso a modo de una cubierta holandesa. Las ventanas, en su mayoría de guillotina, poseen una tipología propia del Revival griego. En su interior destaca el vestíbulo de piso de roble americano y zócalos de nogal, iluminado por un vitral de estilo Art Nouveau.
Luego de la muerte de Juan Higinio Astoreca, hacia 1909, la familia decide, previo arrendamiento, vender la propiedad al gobierno de Chile, siendo la gestión tramitada directamente por el presidente Pedro Montt y sus asesores, transformándose en la “Intendencia Regional de Tarapacá” y/o casa habitación del intendente regional hasta 1977.
La casona está en comodato desde 1995 en manos de la Universidad Arturo Prat, y según el Consejo de Monumentos Nacionales, en un informe elaborado a principios de 2018, “el daño del Palacio Astoreca es progresivo y tiene relación con la falta de mantención, lo que ha provocado daños en el inmueble”.
Miles de visitantes le conocen cada año para acceder a parte de su historia, con exposiciones mobiliarias de época y galerías de arte en los amplios salones superiores
Pedro Marambio, destacado poeta, hijo ilustre de Iquique y administrador del Palacio Astoreca, comenta que por su valor histórico y su ubicación estratégica en el corazón de la capital regional, este edificio constituye un lugar privilegiado para el desarrollo de actividades académicas, culturales y artísticas.
El Palacio Astoreca ha sido sede para charlas como la de Andrés Sabella en 1980, ha lucido obras de Roberto Matta, del Museo de Bellas Artes, de las embajadas de Estados Unidos, Finlandia, Países Bajos, Holanda; del Museo de Arte Contemporáneo (MAC); y las Fuerzas Armadas.
Sonia Pereira Torrico