Señor Director: Es común que los días sábado o domingo los papás o mamás en vez de llevar a los hijos a la playa, a un parque, a una cancha de fútbol o cualquier deporte, etc. prefieren ir a un supermercado. Entonces detrás del carro, veo que va el papá, la mamá, los hijos y hasta la abuelita o alguna tía. Sólo les falta que lleven al perrito regalón.
Como estamos en un país libre -gracias a Dios- cada uno puede hacer lo que quiera. Hay mucha razón en eso. Pero lamentablemente veo que muchos padres no están enseñando a sus hijos a comportarse en lugares públicos. Los niñitos van arrasando con todo a su paso, corren por los pasillos, sacan productos que después arrojan por ahí y, lo peor, he visto a papás y mamás comiendo yogures, galletas y después lanzan los envases detrás de los productos como si nada. Es un muy mal ejemplo el que están dando a sus propios hijos. Otros lloran a mares porque quieren algo o se aburren.
Pobre del que les llame la atención. Como persona mayor, jubilada, observo y decidí guardar silencio porque me atreví a llamarles la atención varias veces y me taparon a garabatos, sin respetar la edad para nada. Esto se ha hecho una costumbre muy mala, muy negativa para la formación de los niños y niñas menores. Veo con pena que esta costumbre de llevar a los niños al supermercado está en el top de las preferencias de los papás ‘modernos’, especialmente los fines de semana.
Creo que los supermercados deberían fijar ciertas reglas, por respeto a los clientes que no molestamos y vamos a comprar, pagar y regresar a casa.
Estela Prado Ruiz