En el corazón de Iquique, una ciudad que se convirtió en su hogar adoptivo, late el espíritu indomable de Pilar Balaguer Jara.
No es un secreto, que diga su edad, la devoción por el boxeo, el fanatismo por Deportes Iquique, y las reuniones sociales en casa de Juan Álvarez o Carolina González.
Nacida en la ciudad de Santa María, Los Ángeles, el 12 de septiembre de 1952. Pilar es una mujer que ha vivido con intensidad, pasión y dedicación. Su vida es un testimonio de la fuerza y la resiliencia que puede surgir de la adversidad. Madre de tres hijos; Carlos, Rodrigo, y Rocio. Tiene cuatro nietos; Luciano, Vicente, Antonella y Montserrat.
Hija de Héctor, un español vividor y mujeriego, y Adriana, una mujer inteligente, trabajadora y devota por la lectura. Pilar creció en un entorno que la inspiró a ser fuerte y determinada. Con dos hermanos, José Victoriano; ya fallecido y María Teresa. Pilar fue la oveja negra, la hija del medio, conocida como Monita. Su carácter fuerte, alma rebelde y desordenada la llevaron a ser una persona dispuesta a explorar y descubrir irrefrenablemente nuevos horizontes.
Siempre le interesaba estudiar, leer e investigar. Su asignatura predilecta en edad temprana fue Historia y Castellano. A los 16 o 17 años, comenzó a definirse políticamente con los colores de la izquierda, abrazando la bandera de justicia social. Terminó su cuarto medio en un liceo nocturno de Arica, se casó con un hombre tranquilo, ordenado y piloto de la aviación. Lo recuerda con un dejo de nostalgia y gratitud, como el hombre que más la amó en su vida.
Después de estudiar un semestre en la «Facultad de de Ciencias Jurídicas» de la Universidad de Concepción, en 1973, siguió entusiasta con la carrera de Pedagogía en inglés y por último en Periodismo.
Pilar se mudó a Iquique en 1986, año convulsionado por la explosión de Cardoen y el avistamiento del cometa Halley. Sin embargo, un nuevo comienzo para ella. En Iquique, Pilar encontró su hogar, amigos, familia y se convirtió en una defensora de las causas sociales y políticas que la movían.
La radio fue la gran pasión de Pilar. Trabajó en varias emisoras, «Radio Lynch» haciendo un programa de Deporte con Raúl Duarte Rivera y Hugo Barraza; el conocido CHIN CHIN. Y «Radio Cavancha», donde hizo programas románticos y de amena conversación. Su amor por la radio la llevó a trabajar con el ex alcalde Jorge Soria Quiroga, quien la invitó a trabajar en «Radio Primavera». Han pasado casi 35 años desde aquel entonces, cuya lealtad se mantiene intacta.
En Iquique, Pilar aprendió a vivir libre, dueña de sus ideologías y proyecto de vida. Se identifica absolutamente con las mujeres, ex presas políticas, con los familiares de los detenidos desaparecidos, con las luchas sociales.
La vida de Pilar no ha sido fácil. Ha enfrentado desafíos y obstáculos, pero siempre ha encontrado la forma de superarlos. Su determinación y su pasión la han llevado a ser una persona exitosa y respetada en su comunidad. Como olvidar la «Ollita del amor», actividad gestionada por esta mujer y un tremendo equipo, por alegrar la vida de muchos y muchas en tiempos de Pandemia.
Hoy, mientras se acerca al final de su viaje, Pilar se siente feliz y agradecida. Ha amado con pasión y ha luchado por lo que cree. Su legado es un testimonio de la fuerza y la resiliencia de las mujeres que se atreven a soñar y a luchar por sus sueños. Pilar invita a las mujeres a ser fuertes, a luchar por lo que quieren y a no sentir envidia por nada. La lealtad y las buenas intenciones son valores que no tienen precio.
Sonia Pereira Torrico