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Presidencial con voto obligatorio: Cambio copernicano /por Pepe Auth

10 agosto, 2025
en Noticias
Presidencial con voto obligatorio: Cambio copernicano /por Pepe Auth
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(Consignado por Ex Ante).- Todas las encuestas nos hablan de una competencia muy estrecha entre el oficialismo y la oposición en los votantes habituales, esa mitad que tiene identificación ideológica y política. Por lo mismo, la elección será dirimida por los nuevos votantes, los que se incorporan con el voto obligatorio, esos 5 millones adicionales

 En la primera elección presidencial de este ciclo histórico de la democracia chilena, después de un interregno de 17 años de dictadura, concurrieron a votar válidamente 6.979.859 personas, además de 178.868 que anularon o dejaron en blanco sus papeletas de votación. Votó el 94,72% de los inscritos, que entonces era prácticamente la totalidad de la población mayor de 18 años, pues casi todos habían respondido al llamado a inscribirse en los nuevos registros electorales.

El volumen de participantes en las elecciones presidenciales se mantuvo bastante estable porque el padrón electoral creció muy poco en las décadas del 90’ y el 2000. Las del ’93, 2005 y 2009 tuvieron 6,9 millones de votos válidos, como la de 1989. Sólo la primera y segunda vuelta de diciembre 2009 y enero 2000 entre Lagos y Lavín superaron la barrera de los 7 millones, llegando a 7.178.727 sufragios válidamente emitidos en la segunda votación.

La elección presidencial de 2013, la primera con inscripción automática en los registros electorales y voto voluntario, tiene el récord de más baja participación, 6.585.808 votos válidos en la primera vuelta y sólo 5.582.270 en la segunda para dirimir entre Bachelet y Matthei. Algo se recuperó la concurrencia a las urnas en 2017, particularmente en la segunda vuelta Piñera vs Guillier, con 7.032.878 votos válidos, pero fue la segunda vuelta de 2021 la que batió todos los récords de participación efectiva para dirimir entre Gabriel Boric y José Antonio Kast, en la que votaron válidamente 8.271.893 personas, 1,2 millones más que en la primera vuelta, reflejo de la repolitización de la sociedad chilena a partir del estallido social de octubre 2019. Ya se había visto reflejado este sobresalto, con 7,5 millones de votos válidamente emitidos, 51% del padrón con voluntariedad del voto, en el plebiscito de entrada al proceso constituyente en octubre de 2020.

El próximo 16 de noviembre Chile tendrá la primera elección presidencial con voto obligatorio para toda la población mayor de 18 años. La obligatoriedad es inédita, pues en el pasado sólo lo fue para quienes voluntariamente concurrían a inscribirse en los registros electorales. Sólo puede compararse, entonces, con la elección de 1989, cuando prácticamente todos los mayores de 18 estaban en el padrón electoral, situación de la que nos fuimos alejando progresivamente, hasta llegar a la elección presidencial de 2009, cuando estaban fuera del padrón el 40% de la población mayor de 18. Si a eso le adicionamos la abstención y los nulos y blancos, la participación efectiva en elecciones presidenciales no alcanzaba a la mitad de los ciudadanos con derecho a voto.

Hasta ahora hemos tenido 4 elecciones con voto obligatorio y la concurrencia ha sido muy pareja, independientemente del interés de cada una de ellas. En el plebiscito de salida de septiembre 2022 votaron 13.028.739 personas, en la elección del Consejo Constitucional de mayo 2023 lo hicieron 12.875.028, en el plebiscito de salida del segundo proceso constituyente de diciembre 2023 13.028.652 y en la elección municipal y regional de octubre 2024 participaron 13.116.453 electores. Lo que varía, naturalmente, es el volumen de votos válidos, 12,7 millones en el primer plebiscito de salida y 12,3 en el segundo, 10,1 millones en la elección del Consejo Constitucional, 11,7 en la de alcaldes y 9,7 millones en la de Cores.

Si la participación habitual en una elección presidencial y parlamentaria oscilaba en torno a 7 millones de personas, se puede anticipar que esta vez serán 13 millones las que concurrirán a las urnas con más de 12 millones de votos válidos en la presidencial y más de 11 en la parlamentaria.

El Servicio Electoral construyó ya el padrón provisorio que está siendo sometido a auditorías como lo establece la ley y será publicado el próximo 18 de agosto, pudiendo reclamarse hasta el 28 de este mes. Tiene 15.791.056 electores, 340.679 más que para la elección municipal y regional del año pasado. Los extranjeros con derecho a voto son 886.190 (99.720 más que en 2024) y representan 5,6% del padrón. Por primera vez, los venezolanos, que aumentaron en 63.038, son la población más numerosa (237.889), superando a los peruanos (193.883), luego vienen colombianos, haitianos y bolivianos. Los chilenos residentes en el exterior habilitados para votar son ahora 160.856, 33.304 más que en el plebiscito de diciembre de 2023, última elección en la que pudieron participar.

Que ya no participe solo la mitad politizada del país y lo haga prácticamente la totalidad de la población constituye un cambio copernicano, porque los 5 o más millones que se agregan no votan de acuerdo a un marco de referencia ideológico ni desde una posición política determinada en el eje izquierda-derecha, sino más bien desde donde les aprieta el zapato, es decir, desde sus preocupaciones prioritarias. Son, por lo demás, los electores más desconfiados del Estado, los más críticos de la política, los más distantes de los partidos, no tienen mayoritariamente lealtad previa con formaciones políticas ni líderes determinados, y tienden a votar contra el poder de turno.

El gobierno del presidente Boric intentó moderar el efecto del voto obligatorio, haciendo esfuerzos por excluir a los inmigrantes y demorar el establecimiento de sanciones a quienes no concurran a votar, desobedeciendo el mandato de la reforma constitucional, que obliga a los colegisladores a establecer multas para hacer efectiva la obligatoriedad. Ya iniciado el proceso legal de conformación del padrón por parte del Servel, es demasiado tarde para que el gobierno consiga su propósito de excluir a los extranjeros de la elección parlamentaria y presidencial. Tampoco le será fácil evitar que prospere el proyecto aprobado en la Cámara, que establece sanciones para los ciudadanos y excluye de éstas a los inmigrantes con derecho a voto.

Como vimos ya en las elecciones municipales y regionales en las que debutó el voto obligatorio, los partidos y candidatos se ven obligados a salir de sus trincheras ideológicas para hablarle a todo el electorado y no predominantemente a sus propias tribus, a su voto duro, a sus clientelas ideológicas o materiales, pues éstas ya no son suficientes para ganar elecciones. Los votos que a Irací Hassler (45.376, 38.7%)) le permitieron en 2021 ganarle a Alessandri por más de 3 puntos porcentuales, en 2024 habrían representado apenas 20,9% de los votos válidos. De hecho, a pesar de aumentar significativamente su votación (a 62.216) fue derrotada ampliamente por Mario Desbordes.

Ya no basta con movilizar a los tuyos para que concurran a votar, a quienes se identifican ideológicamente con tu sector político o los que forman parte de tu clientela de favores, porque éstos representan una minoría insuficiente para resolver una elección en tu favor. Ahora es imprescindible conquistar la adhesión de quienes van a ir de todas maneras a votar y no son partidarios ni tuyos ni de tu adversario, lo que requiere que tu discurso y tus prioridades sintonicen con las de ellos y que consigas credibilidad y confianza en que si eres electo tendrás la convicción y la capacidad de impulsar soluciones a sus problemas.

Esto explica que, a diferencia de 2021, no tengamos propuestas refundacionales ni en la izquierda ni en la derecha, que la distancia entre los diagnósticos del país y las proposiciones programáticas sea muchísimo menor que en la campaña de 2021, cuando Boric y Kast tenían una imagen de la situación de Chile completamente distinta y que sus prioridades programáticas diferían sustantivamente. Contra lo que se acostumbra decir, es evidente que la polarización y el dramatismo de la elección venidera es significativamente menor que en 2021.

A pesar de que la candidata oficialista es comunista, recordemos que Gabriel Boric entonces decía situarse a la izquierda del PC y que su propuesta era una nueva constitución, el fin de las AFP y la muerte del neoliberalismo. A pesar de que es el mismo Kast, ya no proclama la eliminación del ministerio de la mujer ni la anulación del aborto en tres causales. Todos hablan de la guerra contra las bandas organizadas y la lucha contra la inseguridad, del control de la inmigración irregular, de la recuperación del crecimiento económico y de la resolución de las listas de espera en salud.

Todas las encuestas nos hablan de una competencia muy estrecha entre el oficialismo y la oposición en los votantes habituales, esa mitad que tiene identificación ideológica y política. Por lo mismo, la elección será dirimida por los nuevos votantes, los que se incorporan con el voto obligatorio, esos 5 millones adicionales, entre los que, como nos dicen las encuestas, la continuidad del gobierno actual tiene muchísimo menos apoyo que la demanda de cambio, para los que les importa menos si es de derecha o izquierda, cercano o distante, del pueblo o la élite, lo relevante es la credibilidad y confianza que consigan las candidaturas para enfrentar con liderazgo, capacidad y compromiso las tareas de hacer retroceder a la delincuencia y el crimen organizado, terminar con el descontrol migratorio y recuperar el crecimiento y el empleo.

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