Tras nueve meses de viaje y más de 4.000 kilómetros recorridos en bicicleta, los jóvenes profesores coyhaiquinos Margarita Oberhauser y Franco Delgado llegaron a Arica como parte de un ambicioso desafío: pedalear hasta Alaska en un recorrido que esperan completar en un plazo de hasta tres años.
El proyecto comenzó el 11 de marzo, cuando la pareja inició su travesía desde Coyhaique hacia Ushuaia (Argentina), la ciudad más austral del mundo. Desde allí emprendieron rumbo norte, atravesando diversos territorios hasta llegar por estos días a la puerta norte de Chile.
“Nuestro sueño es conocer América”, señalaron los docentes, quienes decidieron emprender el viaje luego de más de un año de preparación física, técnica y logística.
Una travesía que lo cambió todo
Para hacer realidad la iniciativa, los profesores vendieron gran parte de sus pertenencias con el objetivo de financiar los gastos mensuales del viaje, estimados en alrededor de $500.000 pesos. Además, gestionaron apoyo de distintas marcas y empresas para equipar adecuadamente sus bicicletas y asegurar la conectividad necesaria para informar a sus familias sobre su ubicación.
“De a poco fuimos armando el equipo con los elementos adecuados. Tocamos muchas puertas y varias marcas nos apoyaron, especialmente con implementos para enfrentar cambios de temperatura y largas distancias”, destacó Margarita.
El desafío generó preocupación inicial entre familiares, amigos y alumnos; sin embargo, la planificación meticulosa y el compromiso demostrado por los docentes generó confianza en su círculo cercano. “Es un proyecto poco común, pero al ver cómo nos organizábamos, las preocupaciones fueron bajando”, añadió.
Más que un viaje físico: un desafío mental
Hasta ahora, la pareja ha aplicado un principio muy arraigado en la vida patagónica: “Si te apuras, pierdes tu tiempo”. Según explican, esta filosofía les ha permitido viajar sin presiones, priorizando la seguridad y el disfrute del camino.
“Pasamos entre 5 y 10 horas diarias en la bicicleta. Esto no solo exige resistencia física, sino también mental. Es clave viajar con una persona con la que te lleves bien, porque aquí la comunicación lo es todo”, explicó Franco.
El clima ha sido otro desafío constante. “Nos gusta la montaña, así que aplicamos el dicho de que no existe el frío, sino el mal abrigo. Gracias a nuestros auspiciadores hemos podido enfrentar las bajas temperaturas de la mejor manera”, añadió.
Un viaje sin competencia, con propósito
Los profesores remarcan que su aventura no es una carrera, sino un viaje personal con un objetivo claro: inspirar a otros a conocer Chile, América y el mundo.
“Queremos demostrar que es posible realizar grandes recorridos en bicicleta. No sabemos exactamente en qué terminará esto, pero el objetivo es llegar a Alaska. Pensábamos hacerlo en dos años, pero ahora creemos que podría tomar tres”, indicó Franco.
El impacto educativo del viaje
El respaldo de sus alumnos, colegas, familiares y amigos ha sido una fuente constante de motivación. Aseguran que sus experiencias en ruta fortalecen su vocación docente:
“Nos sentimos como docentes exploradores. Así como antiguamente se navegaba para descubrir nuevos lugares, hoy los encontramos desde nuestras bicicletas. Viajamos, aprendemos y compartimos”, relataron.
Próximo destino: Perú
En Arica, la pareja ha aprovechado para descansar, cumplir compromisos familiares y preparar la siguiente etapa de la ruta. Esperan retomar su recorrido a mediados de mes, cruzando la frontera rumbo a Perú para continuar avanzando hacia Norteamérica.
