Señor Director: La decisión de Australia de prohibir las redes sociales en menores de 16 años abre un debate urgente: ¿cómo aseguramos que la tecnología aporte al desarrollo de nuestros niños, en lugar de distraer o dañar?
Más que “satanizar” las pantallas, debemos orientar su uso. La experiencia de nuestra fundación lo demuestra: destinando solo dos horas a la semana a tutorías online personalizadas, estudiantes vulnerables de 1° a 8° básico han mejorado significativamente su rendimiento académico y su motivación por aprender. Cuando la tecnología se convierte en una herramienta educativa y de acompañamiento, el impacto es medible y transformador.
No se trata de eliminar las pantallas, sino de recuperar su propósito: abrir oportunidades, reforzar aprendizajes y permitir que cada niño pueda avanzar a su propio ritmo. Si queremos que la infancia vuelva a enfocarse en lo esencial -aprender, jugar, vincularse- debemos darles mejores opciones digitales que un scroll infinito.
Francisca Lewin
Co fundadora Conectado Aprendo








