Es impresionante darnos cuenta cómo la desafección política en nuestro país ha llegado a límites insospechados, lo cual ha provocado distanciamiento con la sociedad y pésimas evaluaciones.
Sorprende, más allá de la cuenta, ver cómo nuestras autoridades elegidas democráticamente y otras contratadas por el Gobierno, han perdido (o no han tenido) totalmente la empatía con la ciudadanía, entender sus reales demandas y necesidades.
Aterra ver cómo algunos de ellos creen que viven en otro país, utilizando exclusivamente la calculadora para las decisiones políticas y administrativas. Si, literalmente piensan o creen ver a un Chile diferente al que observa la tremenda mayoría de los Chilenos.
Y cuesta mucho entender esta dicotomía en la apreciación del Chile real, cuando es cosa de tomar un bus de transporte, un metro, un colectivo, vivir de un sueldo promedio chileno, sin prebenda alguna, sin beneficios excepcionales; agravado por el mal denominado estadillo social y ahora último por el Covid 19, fenómenos que prácticamente han destruido la economía del país.
Hecho el paréntesis de la desafección y dicotomía, es cuestión de ver que pasó en la discusión y decisión del retiro del 10%-2 (segundo 10%), proceso en el que algunas autoridades insistieron en que la gente compraría artículos suntuarios, lo cual no fue así, como quedó demostrado posteriormente.
La gran mayoría pagó deudas del retail, la banca, deudas de colegios, otras se abastecieron de alimentos, otros financiaron sus alicaídas pequeñas micro empresas, siempre con el ánimo y esperanza de que vendrán días mejores.
Otras autoridades insistieron hasta el cansancio en que los Chilenos debían entender que no era conveniente el retiro de un nuevo 10% (igual argumento que el primer retiro), en un intento fallido de que los compatriotas fueran racionales en sus decisiones.
Pero lo que hay que tener absolutamente claro es que en la mayoría de los casos, la decisión del retiro no ha sido “Racional”, sino que ha sido “Estomacal”. Es decir, las decisiones, cuando hay hambre, se toman con el estomago y no con la razón.
Lo que lamentablemente ha fallado, a pesar de tantos recursos destinados a enfrentar la pandemia por ejemplo, ha sido una adecuada focalización de los beneficios y aspectos logísticos que han evitado que esos beneficios lleguen con la celeridad que se ha requerido en estos casos.
Frente a esto, los ciudadanos han debido echar mano a lo más rápido y directo que se ha tenido hasta el momento; sus pocos ahorros (mal llamados previsionales) de toda una vida.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
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