Volvemos al pasado como una bocanada de aire puro, reviviendo pasajes de una década gloriosa. Estaban los muertos en conjunción con los vivos. Estaba el silencio y el sonido de este nido. Parece un sueño de verano, con la tetera hirviendo, y unos sabrosos huevos revueltos. Parece que la vida estuviera ganando la partida y abriendo la puerta a la cerradura de la melancolía. ¡Qué mesa más linda! ¡Qué hermosa viste la Reina vestida de lino! Sólo necesito un respiro, sólo quiero exprimir las gotitas de este lienzo salino, pintar de azul el horizonte, para atrapar lo imperecedero y seguir dibujando con los recuerdos, este mágico momento.
Mercedes Villalobos nació en la ciudad de Iquique, no queremos decir desde cuándo porque su espíritu pertenece al océano de la eterna juventud. Y es así como los roqueríos y el mar de playa Folker son testigos de esta Reina y Emperatriz, elegida hace bastantes años como la representante de la belleza marina y la esencia de la mujer nortina. Ella nació en la gloriosa población «Norte Hospital». La historia señala que el cierre de algunas salitreras, y el éxodo pampino, sumado al encarecimiento del arriendo; crearon las condiciones propicias para que miles de familias comenzaran con las “tomas” de terreno, dando origen a un movimiento político, social y cultural relevante.
Estas familias al igual que los habitantes del puerto heroico, destinaban sus recursos en acampar en las playas del litoral. Como Iquique era muy pequeño, de carácter céntrico, cuyos últimos linderos limitaban con calle Errázuriz con Riquelme. Saben cómo le llamaban a este sector, «barrio sur». Por la costa, el límite lo colocaba la quinta de los Ubeda, hermoso vergel de verduras y animales. Las playas del litoral visitadas por los veraneantes eran Cavancha, la Poza de los Caballos, Palo Buque y Primeras Piedras. Luego la ciudad fue in crescendo y recibiendo continúas oleadas de migrantes, lo cual expande está institución llamada «acampar» a playas más lejanas como Pozo Toyo, hoy llamada playa Folker. Y es en ese lugar mágico, donde conviven decenas de familias, con un campamento que se caracteriza por la innovación, tecnología a la mano y comodidad tal cual si habitarán en una casa.
La Reina Mercedes Maldonado deviene de esa práctica y costumbre, ella también acampó con su familia en la niñez, en playa Buque Varado, siguió la ruta hasta playa Chanavayita, donde las aguas se mecen bajo el sonido del silencio y la presencia de los azules reflejos destellantes del terciopelo que tranquilo nos baña. Ergo, el olor a progreso los alcanza, para retornar, donde habitan todas las garumas, locos, lapas, erizos, pulpos y cabrillas. Hace veinte años que la familia de la Reina Mercedes viene a este lugar religiosamente todos los veranos. Con todos los permisos, demarcan cada espacio para habitar de noviembre a febrero. Bueno, el carnaval también es parte de su historia, inicialmente con una precaria organización para luego desarrollar esta fiesta del verano en tres días, para niños, espectáculo y el entierro del Rey Momo.
Cuando hablamos de carnaval nos referimos a la palabra «Anata», que en aymara significa «alegría» y «juego». Una festividad andina que se celebra en época de lluvias. Anata, que en aymara significa juego, deviene de 1612. En las comunidades andinas, aymaras y quechuas, la festividad de la Anata es la celebración por la convivencia en armonía con la Pachamama o Madre Tierra que muestra su máxima expresión de revestimiento, productividad e interculturalidad. Es un tiempo de renovación, regocijo, juego ritual entre las familias y la naturaleza. Y esta tradición la llevaron en espíritu, los pampinos y el puerto heroico, trascendiendo con los años en los barrios emblemáticos.
La Reina por antonomasia es la bella Mercedes, una evocación de la Reinas de la Primavera del glorioso, también de las Reinas de aniversario de cualquier institución. La gente que la rodea, la quieren en demasía, valoran su compromiso y alegría. Uno se contagia con la picardía del campista, el apodo y el humor a flor de piel.
La Lota es otra de las tantas actividades que desarrollan y es genial como adultos y niños, se concentran en los números para exclamar a los cuatro vientos ¡Se va la Lota!
Sonia Pereira Torrico