Señor Director: En el marco de la pandemia actual, hemos visto con asombro como un número considerable de ciudadanos han optado, irresponsablemente, por alejarse de las ciudades donde residen y se han trasladado a áreas naturales o zonas costeras, pensando que estos lugares disminuirían sus posibilidades de contagio.
Precisamente, esto último, fue lo que ocurrió en Rapa Nui, lugar donde pasó justamente lo que no tenía que pasar. Una comunidad aislada naturalmente, cuyos medios de arribo son escasos y controlados y su sistema de salud muy precario, pero que, sin embargo, muestra su primera persona contagiada y un desenlace incierto.
En este sentido, el llamado del ecoturismo, es distinto al de costumbre, cuyo enfoque siempre es instar a disfrutar de las áreas naturales que posee nuestro país en todo su territorio como montañas, parques nacionales, playa escondidas, etc. Al contrario, esta vez, el llamado es a protección y empatía con las poblaciones locales.
La posibilidad de que desde las ciudades llevemos un virus asintomático a comunidades rurales, normalmente aisladas, es alta. Estas comunidades, llámense arrieros, indígenas, pescadores, pirquineros u otros, son altamente vulnerables, tanto por la edad promedio de sus miembros como por el estado de aislación y la distancia con los centros de salud.
Contagios de Coronavirus en lugares naturales pueden conllevar situaciones catastróficas para las poblaciones locales y la asistencia médica escasa. La protección de la naturaleza y de las sociedades locales del país también es responsabilidad de todos y todas.
Pablo Rebolledo Dujisin
Director Carrera Administración en Ecoturismo
Universidad Andrés Bello