Mediados de los 90, han pasado cinco años de la vuelta a la democracia y el Presidente de la República era don Eduardo Frei , el alcalde Jorge Soria. En ambas elecciones pude percibir una marcada polarización de tendencia o pensamiento político. Se repitió también en la elección del 5 de octubre de 1988 y hoy por hoy, se replica en el referéndum de salida.
El origen de esta yuxtaposición de contenidos arranca con el proceso de independencia entre patriotas y realistas, pelucones y pipiolos, liberales y conservadores y ahora entre gente de derecha y de izquierda. Era complicado ver a vecinos del barrio que se conocían de niños, discutiendo por una idea política en una esquina, mismo fenómeno se repetía en el fútbol cuando jugaba Deportes Iquique y en el tema religioso con la veneración a la Chinita del Tamarugal.
Para un morrino, el cura Soto era intocable y para un iquiqueño, que le dijeran indio o flojo, encendía la mecha para una pelea o diferencia. Sin embargo, llegaba septiembre y los ánimos impajaritablemente se calmaban con la oleada de acontecimientos tan importantes como el 21 de mayo. Te compraban una pinta nueva desde el zapato hasta la camisa o vestido, te llevaban a pasear a las ramadas, a comer un anticucho y empanadas. También a jugar al cuye curao, lota, los gatos ‘pofíaos’, tirar la argolla o la pesca milagrosa. Mes de los circos, la fisa, las casas embanderadas y el camión vendiendo la chicha de San Felipe apostado en calle Pedro Prado con Bulnes.
En el kiosko de la Ginita, vendían volantines o cometas para jugar con los chiquillos y competir quien lo mantenía suspendido en el cielo por más tiempo. Algunos más osados disponían del clásico hilo curao para arrebatarle el sueño abruptamente a un niño. Pero eran casos puntuales, el olor a progreso trajo la importación de volantines de plástico. Los de papel, fabricados con cola, papel volantín y caña empezaron a desaparecer con el fallecimiento de sus fabricantes y la compra de volantines de China. En fin , yo estaba en primer año de universidad, estudiando sociología. Ergo de terminada las clases, en las tardes iba a caminar con mis bototos y camisa de franela, desde playa brava, pasando por el Casino, la Pink, la Dragoncito, la Cancha de Patinaje, el Armandita, y el Loquillo House. Aquí me encontraba con otras amigas del barrio, que venían a ver a los guapos del campeonato de surf. Jóvenes, adultos y niños cerraban este periplo. Bogdan estaba recién caminando, y su mamá disfrutaba como una niña, sacándole innumerables fotografías, a veces se le pasaba la mano, juntando varios rollos para revelar en fotografías Humbert. Siendo un adulto, el hijo de la profesora y el poeta, agradece en demasía todas las fotos que le sacó su inolvidable mamita, mirando el dragón dormido, con el pincel invisible del viento, sin elefantes que lo cubrieran desde la cola y el cuerpo. Recuerda con emoción, la bandera del Granaderos que simbolizaba el Mes de la Patria, la chicha y la mejor empanada de pino, hecha con las manos santas de Cristina, su mamá.
Sonia Pereira Torrico