Signos de que comienza una nueva etapa

Padre Gonzalo Illanes Fuertes

Llevada en andas, se abrió paso en medio de la multitud, que la saludaba y agitaba sus pañuelos hasta las lágrimas mientras Ella volvía a tomar posesión de su hogar. Y estábamos todavía digiriendo esa gran alegría, acabábamos de vivir una Semana Santa preciosa cuando supimos de la partida de Francisco. Era lunes de Pascua y amanecimos con la noticia de su muerte. ¡Fue un Papa tan cercano a nosotros! Lo vimos muchas veces con la imagen de la Mater y que nos tenía mucho cariño como Movimiento.

Fue un verdadero pastor, que nos interpretó con su cercanía y espontaneidad, que nos desafió a ir a las periferias, que nos animó a comprometernos con los más pobres y que nos invitó a ser un Schoenstatt en salida.

¡Cuánto nos marcó como Movimiento! ¡Cuánto bien le hizo a la Iglesia en el mundo entero!

Ahora, ¿qué decir ante estos signos de los tiempos? Se me vienen a la mente, por una parte, los zapatos negros y gastados de Francisco, símbolos casi contradictorios del aire nuevo con el que quiso impregnar nuestra Iglesia. Y al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar en el paisaje nuevo de Bellavista, con árboles recién plantados y un paisaje de cordillera y edificios que hasta hace poco teníamos cubierto. ¿No será que es momento de algo nuevo? ¿Acaso no son estos signos de que comienza una nueva etapa? El Espíritu sopla, fuerte y claro, en esta tierra de Pentecostés. Algo nuevo quiere nacer.

Con sus 90 años cada tanto lanza frases así, con aire medio místico, mirando al horizonte. “¿Y eso es bueno o malo, padre?”, le pregunté. Nos reímos todos. Pero la verdad es que sí lo entendía. Era algo bueno, de todas maneras. Pero también difícil de asimilar. Habían sido días cargados de emociones y vivencias que seguramente nos acompañarán toda la vida.

Acabábamos de celebrar la reapertura de Bellavista.¡Qué fiesta más bonita pudimos compartir! Se trataba de un verdadero hito para el movimiento en Chile. Y así fue como con ese envión del Espíritu, la Semana Santa nos encontró con el alma encendida.

Y cuando aún saboreábamos la alegría pascual, entre huevitos de chocolate y cantos de resurrección, amanecimos el lunes de Pascua con la noticia de que el Papa Francisco había muerto.

¿Qué nos quieres decir, Señor, con todas estas vivencias? ¿Qué nos quieres mostrar con esta verdadera densidad de la vida del espíritu que nos está tocando vivir?

La emoción en torno a Bellavista fue muy grande y muy bonita. Después de meses de trabajos, las campanas de  nuestro Santuario Nacional volvieron a sonar. La Santísima  Virgen nos recibía nuevamente. Allí estábamos, todos reunidos, peregrinos de todas partes del país, alegrándonos de ver nuestra Alianza más viva que nunca. ¡Qué momento más emocionante fue la llegada de la imagen de la Mater!