Hace rato que Iquique no tenía la presencia de un espectáculo de calidad, con intérpretes a nivel mundial. Gracias a la iniciativa de Tarapacá, Música, Festival, reunió a un selecto grupo de ejecutantes de la música docta que deleitó a cerca de un centenar de personas que soportaron la fría noche del sábado al costado de la glorieta de la Plaza Prat.
Los violines, los chelos y contrabajo, llenaron de la buena música los oídos de los presentes y de los transeúntes que a esa hora pasaron por el lugar y tuvieron una pincelada de cultura con la buena música. Para que decir de los que disfrutaron de más de una hora del concierto que se brindó.
La calidad de la soprano chilena Melissa Gómez demostró su alto grado de preparación al ser acompañada al piano por una de la famosa pianista internacional. Lo mismo sucedió con el acordeón del servio George Dapitto, creo que así se escribe. No puedo dejar de mencionar la muestra que dejó en el escenario el dúo de la alemana en chelo y el guitarrista nacional. Un espectáculo de calidad, una muestra de ello fue Alfonsina y el Mar.
Además, la presencia de la “Cameratta” de la UNAP, integrada por músicos que se negaron abandonar la ciudad, después de haber integrado la Orquesta Sinfónica Regional, la que no tuvo el respaldo de las autoridades pertinentes, para deleitar a una comunidad que está ansiosa de disfrutar de este tipo de espectáculo.
Los músicos que se acogieron a la EMAC siguen demostrando su calidad, bajo la batuta de su director Julio Martínez, quienes se esfuerzan por mantener este tipo de música en la ciudad. De seguro las obras elegidas para la oportunidad fueron para acomodar a los intérpretes invitados, pero fueron temas lentos para la ocasión, Pudieron haber elegido algunas de las obras “orejas”, que habría resultado del gusto de los presentes.
El ideólogo de este encuentro, Álvaro, que busca reflotar la orquesta andina de la Escuela Violeta Parra, desde ya tiene un sitio ganado dentro de los cultores de la música clásica en Iquique, porque este festival, debe continuar.
Pese a la buena iniciativa, a la calidad de los participantes, el regocijo que dejó el Tarapacá, Música, Festival, tuvo falencias que fueron evidentes como el escenario muy chico, la falta de un presentador y el maldito juego de luces que molesta a los espectadores, cuando esa iluminación debe ser para los artistas que están sobre el escenario.
En todo caso un encuentro extraordinario, que al ser la primera versión, dejó la vara muy alta y de seguir contando con la colaboración de la Municipalidad de Iquique, será una de las programaciones obligadas de la cartelera cultural de cada año. Felicitaciones.
Carlos Aubert Burgos
Periodista