En Iquique la Navidad se vive de una manera distinta, pareciera el mes más esperado, los vecinos dejan de discutir por los goles que no hizo el Rápido o el Jorge V, las casas se limpian, se orean y se visten de luces con coloridos arbolitos, las iglesias se lucen como todos los años con fastuosos nacimientos.
El centro, ¡Uf!, las tiendas exhiben sus mejores adornos navideños en vitrinas y techos, los más llamativos eran los de la librería Glasinovic y Las Dos Estrellas. Las caras de los pascueritos estaban pegados en cada poste o esquina citadina. Las tarjetas y postales navideñas están a la orden en pequeñas mesas frente al supermercado Rossi. Los juguetes de moda se exhibían en las vitrinas de la librería Nené. Me encantaba ver a las barbies originales con sus accesorios, especialmente a la barbie Gimnasta. Estaba harta de las barbies falsas con cabeza hueca, cuerpo blando y mechas de pelo parado. Algún día el viejito me va regalar la Barbie verdadera, quizás no la gimnasta pero la secretaria sí.
Otra alternativa de juguetes más económicos estaban a la venta en la feria Coliseo, Persa y Modelo. Con otros valores, más reducidos y al alcance de los apretados bolsillos. Te quiero Navidad, el liceo A-11 finalizaba el termino de año con una convivencia entre alumnos y apoderados. Cada mamita se lucía con alguna delicia, el clásico canapé con huevo; imperdible acompañado de un chocolatito calentito. Y eso que eran tiempos donde el sol abrasador no daba respiro, pero la tradición se respetaba y obvio se disfrutaba hasta el último concho. Las calles polvorientas del glorioso respiraba nuevas voces arriba de carros alegóricos, con 10 o 15 personas a bordo, bandas de bronce o lakas animando y cantando , junto a un viejito que se mostraba chispeante con tanto aperitivo por delante. El jojojo, significaba una pausa a los malos ratos vividos en el transcurso del año, a tragedias como Cardoen que dejó a la ciudad como alma en pena.
Te quiero Navidad porque a pesar que mi papá no tenía trabajo, un vecino te pasó un colectivo para que lo trabajaras y juntaras plata. Los niños del jardín Happy Garden, cantaban villancicos en dirección a la plaza Prat. Las palomas revoloteban a los pies de bancas y pisadas más blancas. Eran nuestros viejos, los mismos que salen de la casa , para encontrarse con el amigo, el diario y el lustrabotas.
Mamá trabajaba por ese entonces, la veía muy poco, no obstante, le pedí a mi abuelo que me llevara a su trabajo ubicado en la Junta de Administración y vigilancia de Zofri. Unas primas se sumaron a la travesía, nos fuimos en la línea 2 y al llegar a Salymar, este anunciaba los juguetes de moda como G.I- Joe, los Transformers , los ponys y la barbie Tropical. Con mis primas quedamos deslumbradas con la casa de la barbie, también con el zapatito de Matchbox. Después de un jugo refrescante muy cerca de los bancos, nos fuimos a nuestro destino. La sonrisa de mamá era tan linda como su oficina, con el arbolito navideño, el nacimiento, el niño Jesús y unas casitas con techo de arena que hizo ella con su amiga Anita cuando era niña en la escuela A-2.¡ Nos vemos a la noche hija!, a lo mejor mamita; respondo, quizás me duerma antes con la lunita de Telenorte.
Sonia Pereira Torrico
