- Por Hernán Pereira Palomo
Al recorrer las páginas del libro Celebrar la vida, Iquique y sus festividades, en más de un sentido nos convoca un motivo profundamente afectivo: la celebración de nuestra identidad, de nuestras raíces, de ese tejido invisible que une tantos corazones en una danza de historia, fe y pertenencia. Se trata de nuestro viejo y heroico Iquique, ese que cautiva el corazón por el ambiente y la nobleza de su gente.
En esta tierra marcada por la brisa del mar y el polvo del desierto, ocurren año tras año al menos doce festividades que nos reúnen como pueblo. Se baila, se juega, se desfila. Se celebra a la Virgen, al Santo, al Héroe, o simplemente al paso del tiempo… porque para nosotros, celebrar es también una forma de resistir, de recordar, de amar(nos).
En cada calle adornada, en cada traje bordado, en cada paso de baile, se entrelazan la patria y el barrio, la fe, ilusión y el goce, la historia y esperanza. En ese contrapunto vibrante, surge nuestra cultura viva, colectiva, diversa. Y frente a tanta riqueza simbólica, sentimos la urgencia de conservarla, de honrarla. Por eso nace este libro: Celebrar la Vida, Iquique y sus Festividades, una obra que recoge en palabras e imágenes la esencia de lo que somos.
Tuve muy en cuenta durante la creación de este libro, las palabras del notable fotógrafo brasileño Sebatiao Salgado: “Cuando ya se domina la técnica fotográfica, lo importante es fundirte con la gente. La fotografía, de hecho, es mejor o peor en función de tu integración con la comunidad a la que retratas. Por eso cuando captas a muchos seres humanos con una cámara, es necesario hacerse aceptar por la realidad circundante”.
Creemos firmemente que la integración de la fotografía y la palabra escrita tiene un poder único: el de preservar y transmitir. En la construcción del imaginario colectivo, las imágenes capturan lo fugaz, lo espontáneo; los textos, nos permiten pensar, sentir, comprender. Juntos, dan vida a un relato que atraviesa el tiempo, y que habla no solo del pasado, sino también del presente y del futuro que soñamos. Este libro no es solo un registro. Es un gran retrato colectivo, una muestra del arte de vivir y convivir que compartimos en Iquique. Para lograrlo, investigamos fuentes históricas, conversamos con voces sabias de la ciudad, y, sobre todo, hemos estado allí, con una cámara fotográfica, por años: en las plazas, en los barrios, en los templos y en los hogares. Escuchamos, miramos, compartimos. Nos conmovimos constatando que, en Iquique, todo el mundo es alguien a la hora de celebrar.
Así entonces, guiados por la brújula de la originalidad, la técnica e inspiración, fuimos construyendo capítulo a capítulo, este homenaje a nuestra gente. A esas mujeres y hombres que, con devoción y alegría, con esfuerzo y orgullo, hacen de cada celebración un acto de identidad profunda.
Porque como lo expresó con sabiduría nuestro recordado arquitecto e historiador Patricio Advis, la ciudad —nuestra ciudad— “quizás sea ésta la obra más compleja que hayamos creado, puesto que en su organización y en su expresión espacial convergen todos los factores económicos, sociales, políticos, artísticos, científicos y técnicos que perfilan su cultura. Todo lo que le va sucediendo a la ciudad en el espacio, es un reflejo de lo que le va sucediendo al hombre y mujer en el tiempo”.
Nuestro mayor deseo es que este libro llegue a muchas manos y corazones. Que sea leído y re leído en familia, conversado en las escuelas, expuesto en centros culturales, regalado con orgullo. Que niños y niñas vean en él, un bello reflejo de sus padres, abuelas y abuelos, y que cada lector y lectora se encuentre —o reencuentre— con esa chispa vital que se enciende en cada fiesta. Porque celebrar la vida en Iquique es mucho más que una tradición: es sentirse en el centro de esta, disfrutando lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos seguir siendo.
Trabajé junto a Pamela Daza y Bernardo Guerrero, dos coautores de excelencia, inteligentes, propositivos, con buen humor y grandes conocedores de su disciplina. Como indica ella, “Fue, sin duda, un gran desafío, tomamos miles de fotografías, lo que significa varios días de creación de imágenes, con mucha gente en movimiento, protagonistas y espectadores, con luz de día, atardecer, noche, con nubosidad; todo un desafío técnico y estético”. Como indica él, “Recoger a través del lente y de la pluma nuestro espíritu festivo es la piedra angular de este libro que se puede leer en voz alta. Para el iquiqueño todo se hace en la calle. Su banda sonora son los bronces y la percusión». Pereira, Daza y Guerrero «saben de qué hablan».
Bueno, para decirlo de una vez por todas, a este nuevo libro queremos que le vaya muy bien, como cuando nace un hijo o hija. Que sea feliz y encuentre, por fin, su lugar en el mundo. Deseamos también, promover en los lectores y lectoras una reflexión profunda y revalorización significativa de aquello que define nuestra identidad iquiqueña, celebrando la vida, se entiende. Sin olvidar, por cierto, esa parte del himno de la ciudad cuando cantamos, eres el gran amor de nuestras vidas / mi viejo y heroico Iquique… tu ambiente y la nobleza de tu gente / cautivan el corazón.
