Me encuentro sorprendido. En verdad no esperaba para nada que el Premio Nobel de la Paz fuera otorgado a María Corina Machado. Lo que me obliga a pensar en una presentación de ideas que van surgiendo al calor de la importancia de este acontecimiento histórico para nuestro continente sudamericano.
La figura política de Donal Trump, era una de las personalidades que se instalaban en la opinión pública internacional. Sus proclamas para poner fin a la guerra de Ucrania y de Israel en Gaza, se estaban aproximando a una realidad. Pero, todos sabemos que las soluciones pacíficas en guerra se tornan muy difíciles. El discurso político y diversas reuniones con los Mandatarios involucrados en estos conflictos bélicos, presagiaban un alto al fuego.
Más de alguien seguidor de las políticas del mundo unipolar impulsado, financiado y ayudado militarmente por el imperio de Donald Trump, estaban recreando otro escenario geopolítico; distractor de la guerra comercial, imponiendo “tasas arancelarias” a 180 países del mundo, increíbles y desorbitadas. Como fuese, era poner un freno al libre comercio y al progreso de los países partidarios y de tendencias al multilateralismo. Por ejemplo: China, Rusia y Brasil.
Entonces, el nombre de Donald Trump, los diferentes medios de comunicación, daban a conocer para obtener este preciado galardón del Premio Nobel de la Paz, parecía imponerse. Aunque fuera una terrible contradicción humanitaria, los mensajes entre las verdades y mentiras, acerca de estas guerras, EE.UU., jugaba un rol esencial. Lo importante era acabar con el “genocidio” del pueblo inocente de Palestina. Todo bien planificado para realzar la labor del Presidente Donald Trump. De esta manera, sería el hombre salvador de la Paz en momentos muy complejos para nuestro sufrido mundo. En tal sentido, tendría los méritos suficientes para obtener el Premio Nobel de la Paz este año.
Donald Trump, cometió errores estratégicos. En la ONU se manifestaron abiertamente. Haciendo uso del derecho a “veto”, fue coautor y cómplice directo de las matanzas en Gaza, protegiendo de manera absurda a su amigo Benjamín Netanyahu. En vez, de favorecer e imponer una política diplomática de primer nivel, para resolver este conflicto vía pacífica, seguía otorgando apoyo logístico y armamentista a Israel en su masacre humana so pretexto de acabar con su enemigo “terrorista” Hamás. En verdad, le dieron razones bélicas para quedarse con el territorio de Palestina. La historia dirá muchas otras verdades sobre este “genocidio” que bordea por hora las 70.000 personas. ¡Que crueldad!
Ahora en nuestro país. Varios de los candidatos presidenciales, se han referido al Premio Nobel de la Paz otorgado a la líder venezolana María Corina Machado. Hay que ser muy “caídos del catre” para pensar que va existir una opinión en contrario. Los más osados enemigos del Gobierno del Presidente Boric han afirmado que fue “obligado”, para referirse al tema. Falso. El Mandatario chileno siempre ha mantenido una firme convicción del proceso electoral que Maduro nunca reconoció. Por tal motivo, la dictadura se atrevió a cortar relaciones diplomáticas con Chile.
Con vuestro permiso, deseo hacer dos reflexiones más.
La derecha anquilosada en su pasado de la “guerra fría” y defensora de Donald Trump en forma oportunista trata de sacar provecho político. Para ellos/as, todo es blanco o negro. No pueden existir otras alternativas políticas. Es lo que pienso, cuando llega a la Moneda Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Dijeron de todo y cualquier tontera. Fueron los mismos empresarios capitalistas los que aplaudieron de pie en su despedida a Ricardo Lagos.
Después del preámbulo anterior, una pregunta al mundo político en nuestro país ¿Cuál sería su postura si el Comité Nobel noruego, con sede en Oslo, hubiese otorgado este Premio a Michelle Bachelet, responderían con la misma premisa nobleza democrática que se tiene de María Corina Machado? Poniéndome más atrevido, entrando a la cancha de la aventura en la imaginación, la premiada el año 1992 recayó en Rigoberta Machú, hubiera sido Gladys Marín, ¿Mantendrían sus fundamentos del negacionismo de la violación de los derechos humanos en dictadura?
Quiero manifestar que todo lo que pasa hoy en día en Venezuela, tiene varias causas. Una fundamental, es la intervención norteamericana. No se puede ignorar el hecho histórico que el “Chavismo” era una fuerte amenaza para la hegemonía de EE.UU., en nuestro continente. Recuerden cuando intervino en la ONU, Hugo Chávez, en el púlpito de los oradores afirmando con fuerza natural y tono enérgico “Ayer el diablo estuvo aquí. En este mismo lugar, huele a azufre todavía”; un día después de la intervención del Mandatario de USA, George Busch, en la Asamblea N°20 del 2006.
Pues, Venezuela, también es víctima de otras sanciones económicas impuestas desde la Casa Blanca, lo que aniquila las políticas públicas del país y frena su progreso; provoca un aumento del sufrimiento al pueblo venezolano, facilitando el trabajo político de los opositores al régimen. Venezuela posee otras importantes riquezas naturales, muy apreciadas por USA, en momentos que se desploma su poder en el mercado mundial. Como sea, la lucha entre el régimen de Venezuela y el poder hegemónico de USA, cada día se vuelve más intensa y agresiva por parte de Donald Trump.
Resumiendo, a grandes rasgos, le viene muy bien este respaldo a María Corina Machado. Creo que, para ella, valiente mujer, también fue una inesperada noticia positiva. Constituye un fuerte aliciente de solidaridad mundial para continuar su lucha pacífica por la recuperación de la democracia en la clandestinidad y persecución política.
He escrito esta columna con toda humildad, desde mi perspectiva social. Los invito a brindar por este Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado. Por supuesto, siempre existen detractores, mis respetos. En democracia, necesitamos siempre unos de otros como las estrellas del cielo. Suficiente, traigo al pizarrón, la cita de Rigoberta Manchú, Premio Nobel de la Paz, en 1992. “El respeto a las culturas milenarias hace nacer la paz en el presente”. Amigos/as, no confundir mejor Estado con un anacrónico nacionalismo extremista. Ya pasamos por esa amarga experiencia histórica. Gracias.
Nelson C. Mondaca Ijalba
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