Señor Director: Una desgracia como la que estamos viviendo y soportando no nos debe derrotar.
Hay que seguir las instrucciones y recomendaciones de la autoridad de Salud.
Cada habitante debe cooperar.
Primera regla de oro en esta desgracia: No hacer caso al “me contaron”, “me dijeron” ni “anda un rumor”.
Hay que desterrar esa mala costumbre nacional.
Esta cuarentena debe servir para acercar a los integrantes de cada familia. Es una oportunidad única, para renovar los valores y principios que deben regir a cada uno de los integrantes de la familia.
Por muchos años, los políticos y los gobiernos (de todos los colores) establecieron un sistema que desarticuló a la familia, núcleo fundamental de cualquier sociedad humana, sin tomar en cuenta fundamentalmente el respeto al ser humano y al prójimo.
Aparecieron la soberbia, el oportunismo y la arrogancia.
También nos llenaron de tarjetas de créditos, a vivir endeudados, a adquirir bienes que ni siquiera necesitamos, un ejemplo son los automóviles que atestan las calles; nos enseñaron que no se puede ver televisión si no es en una pantalla gigante; que la ropa hay que botarla y cambiarla en cada liquidación que hagan las multitiendas, para seguir con deuda, solicitando avances y adelantos que nunca terminamos de pagar. Hicieron del consumismo un ídolo.
Ahora llegó el coronavirus y nos hace poner los pies en la tierra. “De una”, como dicen los jóvenes.
Entonces, en esta cuarentena a conversar, analizar con cordura y establecer los valores y principios de nuestros parientes que vivieron carencias e injusticias increíbles en la industria salitrera del sistema de paradas y Shanks, pero salieron adelante. También soportaron epidemias. Muchos estuvieron en los “lazaretos” y terminaron sepultados en cementerios hoy olvidados.
Los políticos también lograron que nos convenciéramos que Chile es un país gigante, inmenso. No es así. Somos un pequeño país, una nación chica en el concierto mundial de la economía, con 18 o 19 millones de habitantes.
Siendo pequeños, con esa cantidad de habitantes y tanta riqueza en la pampa, en el mar, la agricultura, etc. podríamos vivir como Suecia, Finlandia, Islandia, Noruega, pero no. Los políticos, los aprovechadores y la politiquería contagiaron peor que el coronavirus los cimientos de nuestro país con la arrogancia, la prepotencia y el oportunismo.
Siendo una desgracia la presencia del coronavirus en todo el mundo, paradojalmente es una oportunidad única para hacer desaparecer la política nefasta.
Hoy, los que creemos en que hay un Dios, debemos orar y buscar el camino. Habrá que pagar un costo muy grande, pero los que se salven tienen una oportunidad única para hacer las cosas como corresponde, sin violencia, sin rencor, pero con respeto por uno mismo y por el prójimo.
Benito Olmos Lam
