El agua, cada día que pasa, es más escasa.
Es una problemática generalizada que ocurre en todo el mundo, e indudablemente en nuestro país.
En algunas regiones es más grave que en otras, sin embargo, la falta de agua es un fenómeno que se ha venido incrementando.
Existen varias razones de la escasez, pero una de las principales son el cambio climático y el sobreconsumo de ella, sumado a la falta de incorporación de tecnología a la problemática. Podríamos señalar muchos déficits en este último campo.
Para quienes no manejan la información, los mayores consumos de agua se producen en la agricultura con un 85% del consumo total. La industria el 6%, la minería el 5% y los humanos el 4%.
Es importante destacar que la minería, ocupando un 5% del consumo global, ha optado por la desalinización y ha desarrollado varios notables proyectos.
Las tecnologías de desalinización existen, están en el mercado.
De hecho, ya se disponen desaladoras de gran tamaño operadas con energías renovables, que permiten que el costo por m3 del agua sea inferior a $ 400, una cifra excelente para los objetivos.
Considerar que hoy el valor del m3 del agua “tradicional” bordea los $ 1.500 pesos, especialmente porque en la producción y el transporte se ocupa energía de la red, la cual representa aproximadamente la mitad del costo del agua. Ni hablar del costo por m3 de los camiones aljibes.
La ventaja en nuestro país es que la energía no sería un problema, porque disponemos de mucha energía solar.
Como dato, con menos del 1% de la superficie del Tamarugal (400 Km2), se podría generar la energía que requiere todo el país. Esa superficie equivale a un cuadrado de 20 km por lado (la distancia aproximada entre Pica y La Huayca).
Actualmente se están manejando varios proyectos de desalinización de gran escala, tal como el que se construirá en el norte de Coquimbo para abastecer los déficits del consumo humano de la región.
Estimo que llegó la hora de incorporar en el propósito de este tipo de proyectos a la agricultura, como ya ocurre en España e Israel, países en los cuales la desalación esta incorporada para el desarrollo de la agricultura local.
Podrán imaginarse cómo esta tecnología, de aplicarse en la agricultura, podría generar gigantescos polos de desarrollo local y provocar enormes beneficios sociales y económicos a integrantes de comunidades rurales y alejadas de los centros urbanos.
Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil
hcortez@enersa.cl