Señor Director: El mundo sigue su rumbo y camina (in) tranquilo porque todo lo que se va, vuelve aunque el camino haya sido pedregoso. ¿Con cuántos vanidosos se ha cruzado usted en su vida?.
Siempre que uso el selector de canales o el dial, siento que doy un portazo a la vanidad. O cuando veo que en el grupo de trabajo que arrecia el yoyoismo, que suena como octubrismo, palabrejas que nacen y se repiten hasta el cansancio.
Los sinónimos de vanidad lo dejan claro aún más: Arrogancia, presunción y envanecimiento.
2023 años ha recorrido el hombre en el mundo que conocemos y la vanidad nunca desapareció. Reina en gloria y majestad.
Recordamos haber leído (qué bueno es leer): “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después».
Las personas vanidosas sienten un amor desproporcionado hacia ellos mismos y viven en un mundo de fantasías desmedidas de éxito, poder y belleza. Esto les hace ser pretenciosos y admirarse y evaluarse de manera excesiva. Sin embargo, sus aires de grandiosidad esconden una fuerte desconfianza e inseguridad. ¡Mira lo que son las cosas!
Y como corren días inciertos, recordamos que la misma democracia que inventaron los griegos murió ahogada por la arrogancia, la prepotencia y la soberbia. ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!
Rosalía Lourdes Andrade Y.